Gestión de Emociones
Durante todo el día, uno está sujeto a sucesos y participa de situaciones que lo afectan en el plano corporal, intelectual y emocional. Estas influencias del medio son disparadoras de sensaciones, pensamientos y emociones que, procesadas por la conciencia, generan acciones. Cuando los sistemas cognoscitivos y emocionales de la persona funcionan en
armonía, la emoción es fuente de auto-conocimiento válido y guía para la Acción efectiva. Uno descubre, mediante sus emociones, qué le está pasando y cómo puede responder a la situación honrando sus necesidades e intereses profundos.
La emoción es una energía instintiva, basada en las interpretaciones que uno hace de su realidad, que busca expresión. Cuando la energía se expresa en forma productiva, el organismo se descarga y retorna su estado de relajación natural. Cuando la energía queda reprimida, el organismo mantiene un estado de estrés que impide su funcionamiento
óptimo. Si tal estrés se acumula mediante instancias repetidas de represión, pueden ocurrir serias consecuencias: enfermedades físicas, como hipertensión, migrañas y úlceras, enfermedades mentales, como depresión, ansiedad y fobias, explosiones de comportamiento irracional, o implosiones alienantes.
Los problemas surgen cuando las emociones, en vez de expresarse en forma productiva, hacen «cortocircuito» y generan un círculo vicioso de feedback sobre los pensamientos.
En esos casos, la emoción afecta al pensamiento, y el pensamiento, a su vez, afecta a la emoción. Así, la tristeza puede convertirse en depresión, el miedo en fobia, el enfado en resentimiento, la culpa en remordimiento obsesivo, la vergüenza en sentimientos de inferioridad y el deseo en obsesión.
La resolución de los problemas emocionales requiere un acto de conciencia y voluntad. Es imposible mejorar la situación mediante acciones inconscientes. La ignorancia generalizada sobre los procesos emocionales genera dos errores fundamentales. El primero es creer que «la libre expresión» (explosión) de los impulsos es productiva. El segundo es la opinión de que la manera de tratar las emociones es reprimirlas (implosión).
Gestionar las emociones es una danza de expresión consciente, no una lucha de dominación ni sumisión. El uso inteligente de la energía emocional requiere conocerla, entender sus orígenes y respetar sus pulsiones, sin traicionar los valores y objetivos trascendentes que uno tiene. Las emociones son buenas consejeras, pero pésimas dueñas. Es útil escucharlas y atender a sus pedidos, pero sin abdicar la responsabilidad de analizar su racionalidad y actuar con integridad.
El desarrollo del autoliderazgo emocional beneficia a la persona y la hace más competente para:
- Relacionarse positivamente con las emociones propias.
- Relacionarse positivamente con ella misma
- Relacionarse positivamente con los demás.
- Construir una vida con emociones positivas.
- Construir una vida implicada.
- Construir una vida con sentido.
Para alcanzar una relación positiva con nuestras emociones podemos:
- Aceptar internamente que sentimos una emoción en vez de negarla. Aceptar una emoción nos da la opción de hacer algo; no hacerlo no nos da más opción que malgastar energías negándose y escondiéndose a los demás y a nosotros mismos.
- Legitimar Nos en lugar de culpabilizarnos. Es normal que vivamos emociones, que puedan ser de alta intensidad y que nos sintamos secuestrados por ellas.
- Aprender a convivir con las emociones que menos nos gustan. Sólo cuando aceptamos vivir con una emoción, nos abrimos a la convivencia, aprendemos a encontrar herramientas para regularla.
- Escuchar la emoción, averiguar qué nos pide que hagamos y valorarlo antes de actuar impulsivamente. Decidir en momentos de gran intensidad emocional tiene ciertos riesgos; es preferible que en estas situaciones, tomemos las mínimas decisiones posibles, a excepción de las situaciones de emergencia o situaciones graves.
- Comprender para buscar alternativas. Cuando alguien nos pide que le ayudemos a resolver una situación, lo primero que hacemos es buscar información para entender y valorar las alternativas; podemos hacer lo mismo con las emociones que nos desestabilizan.
- No creernos todo lo que pensamos y sentimos cuando la emoción es muy intensa e invasiva. Las emociones tienen el poder de secuestrarnos y alterar significativamente nuestros pensamientos.
- Darnos tiempo para elaborar las emociones; hay emociones más fáciles de elaborar que otras. Es útil respetar los tiempos de la emoción.
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